Lo primero que se nos viene a la mente al hablar sobre empresas y corporaciones, generalmente es la imagen de un jefe rudo y apático sentado sobre una silla de escritorio. Sí, es verdad que ciertas habilidades como la calidad de liderazgo, el manejo de personas y las destrezas comunicacionales, difícilmente se puedan mostrar en un currículum o en una presentación escueta.
Es sabido que tanto emprendedores como activistas políticos, sociales y hasta párrocos se desempeñan como líderes de ciertos grupos de personas. En resumida cuenta, tal vez no se dé el caso de que todo líder se convierta algún día en un emprendedor, aunque sí se espera que todo emprendedor se convierta en un buen líder.
Para el griego Platón, un buen líder era aquel que lograba involucrar a las personas dentro de un mismo proyecto, fomentando una cultura de colaboración para lograr una meta común. En otras palabras, liderar es hacer arte, donde el pintor es el emprendedor, a efectos de nuestra comprensión.
Dentro de las muchas habilidades que se demandan a un emprendedor del siglo XXI, podríamos clasificarlas en dos grandes grupos. Por un lado, tenemos las habilidades técnicas (hard skills) y por el otro, las habilidades blandas (soft skills). ¿Qué hay de nuevo en eso?
Pues bien, durante mucho tiempo las habilidades técnicas eran consideradas la punta de lanza en cualquier CV personal y en cualquier proceso de contratación. Si bien los conocimientos del campo de actuación (conceptos, aplicaciones, destreza comercial y capacidad analítica) siguen siendo elementos muy importantes para la selección de perfiles para integrar una empresa, son insuficientes para la mayoría de los puestos y deben ser complementados con las habilidades blandas (soft skills).
Las soft skills son habilidades relacionadas con las relaciones interpersonales, la capacidad de gestión de recursos y la resolución eficiente de problemas, entre otros.
De acuerdo con la Consultora McKinsey en una encuesta realizada sobre habilidades blandas, el 37% de las empresas reveló que existe un déficit de profesionales con pensamiento crítico, capacidad de resolución de problemas, innovación y creatividad.
Mientras que un 32% afirmó que existe un déficit de profesionales con habilidad para lidiar con situaciones complejas y adversas, el otro 31% mencionó tener problemas para encontrar profesionales con habilidades comunicacionales.
En un sentido más amplio, las habilidades blandas no solamente le incluyen a las habilidades cognitivas como tal, sino también a aquellas orientadas a la personalidad: habilidades sociales y emocionales.
Por su parte, la Organización America Succeeds reveló en un informe del 2021 que casi dos tercios de los anuncios de puestos vacantes incluían actividades blandas como requisitos. Además, cita que de cada 10 habilidades demandadas por los empleadores, 7 eran blandas.
Entre todas las habilidades blandas, se puede destacar a algunas como:
La capacidad de resolución de conflictos.
Asertividad en las comunicaciones.
Inteligencia emocional.
Iniciativa propia.
Capacidad de ser autodidacta.
Buena relación interpersonal.
Manejo del tiempo.
Capacidad para escuchar.
Trabajo en equipo.
Pensamiento crítico.
Si lees lo anterior y sientes que te falta camino por andar, no te desanimes. Como lo dice el viejo dicho popular: “El mejor momento para empezar fue hace 10 años. El segundo mejor momento para hacerlo es ahora”.
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